jueves, 2 de abril de 2009

Enterramos al último dinosaurio



La Capital luce un espejo de agua por bañada en lágrimas de argentinos que lloran la pérdida del último dinosaurio. Tan emocionales como adaptativos lloran los mismos que piden a gritos unas leyes duras con gobierno duro y armas que vengan a "salvarlos" de los niños malos por paridos en las ruinas de un país arrasado por la dictadura genocida y los votos sucesivos al neoliberalismo. Para entender a un argentino hace falta otro argentino y la gente hace muy bien en llorar porque con Alfonsin termina la vieja política y sospecho que vamos para peor.
Lo que termina es el lider políticamente correcto, orientado al servicio, la vocación y a unos férreos principios donde enjuiciar o indultar a los culpables de genocidio tiene el mismo valor porque la ideología no tiene tanta importancia como la defensa a ultranza de las instituciones donde se educaron nuestros octogenarios padres.
A mis padres los entendí solo al final. El servicio y la vocación tienen mucho de religión y del sí porque sí y no porque no, pero como algunos de sus principios como el respeto, el compromiso y la responsabilidad se me fueron pegando y coincidentemente con ello se me hizo otra luz, terminé por alinearlos en unas nuevas razones.